“La
tradición, es el principio que une toda cultura. Al otorgarle la continuidad da
las pautas de su razón de existir. Es esta en andamiaje impulsor sobre la cual
se ha apoyado y proyectado desde los orígenes de su comunidad. Los hechos
folclóricos necesitan de unas reglas, de unos atributos, de unos principios
para ser reconocidos como tales, siendo el pueblo su principal actor, para
rechazarlo o acogerlo, si lo rechaza éste desaparece sin dejar rastro y cada quien
lo vive y desfruta a su manera”.[1]
En
los albores del nuevo milenio, la música nacida en las entrañas de los pueblos
de la costa Caribe colombiana (aunque hayan cercenado un gran pedazo de nuestro
mar), festejaba otra alborada: la aparición de la Revista Porro y Folclor, publicación producto de la quijotada,
tozudez y preocupación del paisa
Alonso Franco, seducido por los cantos, tambores y vientos de la música
pelayera.
Agosto
del 2002 marca el inicio de esta aventura intelectual, musical y fandanguera
como vitrina de artistas, investigadores, compositores, intérpretes, analista
de nuestra idiosincrasia y como realce a la música vernácula de Colombia. La
revista nace como un grito de rebeldía por el arrinconamiento que sufren las
expresiones musicales propias por parte de culturas foráneas.
El objetivo
de Porro y Folclor es aportar “a la formación
cultural de los barrios de Medellín y del país, como un proceso de conservación
de la cultura popular y folclórica de muchas de las regiones de Colombia;
especialmente de una zona que es rica, no sólo desde lo económico, ecológico y
social, sino desde lo cultural: el Caribe Colombiano; se esmera por mantener y
sostener la cultura popular folclórica y difundir el arte que se genera
alrededor del porro pelayero y citadino”.
Así mismo,
la Revista es una provocación a reflexionar nuestra ciudad desde los aportes de
“académicos, trabajadores, intelectuales, estudiantes y el pueblo en general,
para que se difundan las ideas, creaciones y aportes de los músicos, danzarines,
bailadores y compositores que hoy en día vienen haciendo un gran esfuerzo para
mantener viva la multiculturalidad de Colombia”.
Por sus
páginas, en estos diez años, han pasado la pluma, el pensamiento y a la
contribución de prestigiosos investigadores
de Medellín, de la Costa Caribe y del país en general. Desde esta tribuna se construye desarrollo y se preserva la cultura
en las barridas de la capital antioqueña, como una manera de tejer sueños y
suturar el tejido social de la ciudad, rasgado y herido letalmente por el dolor
y a veces la indolencia de las élites, que sólo lo mira desde las estadísticas
y los fríos números.
Diez años de
porros, gaitas, fandangos y cumbias; diez años de bullerengue, mapalé y sere se
sé... Diez años de honrar la vida y obra de Lucho Bermúdez, Pacho Galán,
Clímaco Sarmiento, Cresencio Salcedo, Edmundo Arias y a los gaiteros de San
Jacinto y San Pelayo; a los Corraleros de Majagual y a las orquestas célebres
de Gustavo Quintero y Nelson Henríquez;
diez años de homenaje a la memoria de las mujeres cantadoras del Golfo de
Urabá, tan nuestro y tan lejano; a Totó La Momposina, a Etelvina Maldonado,
Estefanía Caicedo y Petrona Martínez; diez años de bailar en el festival de
Ovejas, San Pelayo, Cereté y Arboletes, en fin diez años en que también, con
tristezas sufrimos y enaltecemos la partida sin retorno de Estercita Forero,
Pablo Carvajal y Rafael Escalona. También se nos fue Pablito Flórez, con los
sabores de su porro, porque cantamos con él que el porro “me sabe a piña me sabe a mango/ me sabe a leche esperá
en corrá/me sabe a china esparascá en fandango/y ají con huevos en machucá/ Mi
porro me sabe a bollo poloco esmigajao en
celele/y a minguí con coco/ Me sabe a queso bien amasao/ con panela e' coco de Colomboy/ también me sabe
a viuda e' pescao
con calzón ripiao bajo un ranchón…”
con calzón ripiao bajo un ranchón…”
Esta, a
grandes rasgos, ha sido la gran
contribución que la Revista Porro y
Folclor le ha hecho a Colombia, en una labor solitaria, amasada año tras
año por la necedad de Franco. Sea el momento para agradecer a todas aquellas
personas que han creído en este proyecto; gracias a su colaboración
desinteresada este sueño se ha hecho realidad
y se seguirá construyendo con el trabajo colaborativo de quienes creemos
en Colombia; de quienes encontramos en nuestro pueblo y en nuestra cultura la
más bella poesía para cantarle a la vida y honrar las fiestas.
Una copa de
vino por el Porro y Folclor y ¡Qué
viva el porro!
Marcos Vega Seña.
[1]
Editorial de la Revista Folclórica Bullerengue. Órgano Difusor del Folclor
Cordobés. 2 Edición. Puerto Escondido Córdoba. Junio de 2008. P. 7
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